El desarrollo de la microbiota intestinal humana comienza tan pronto como cuando el neonato abandona el entorno protector del útero (o quizás en el útero).

El mismo se expone a innumerables microorganismos de la madre y al entorno circundante.

Al mismo tiempo, las respuestas del huésped a estos microbios durante la vida temprana se manifiestan durante el desarrollo de un sistema inmune hasta ahora inmaduro.

El microbioma intestinal humano, que comprende una comunidad extremadamente diversa y compleja de microorganismos que habitan el tracto intestinal, sigue fluctuando durante las diferentes etapas de la vida.

Si bien estas desviaciones son en gran parte naturales, inevitables y benignas, estudios recientes muestran que las perturbaciones no solicitadas en la configuración de la microbiota intestinal podrían tener un fuerte impacto en varias características de la salud y la enfermedad del huésped.

Nuestra microbiota sufre las desviaciones más importantes durante la infancia y la vejez y, curiosamente, nuestra salud inmunológica también se encuentra en su estado más débil e inestable durante estas dos etapas críticas de la vida, lo que indica que nuestra microbiota y salud se desarrollan y envejecen de la mano.

Sin embargo, los mecanismos subyacentes a estas interacciones recién ahora comienzan a revelarse.

La presente revisión resume las evidencias relacionadas con los cambios asociados con la edad en la microbiota intestinal y viceversa, los mecanismos involucrados en esta relación bidireccional y la posibilidad de desarrollar intervenciones basadas en microbiota como los probióticos para un envejecimiento saludable.

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